Es curioso el valor de objetos…
o mas bien…el valor que las personas atribuimos a los objetos.
Quién decide lo que vale y lo que no vale? Ok, el valor material está ahí, es el rasero por el que se mide el valor económico de algo, fluctúa según el mercado..etc etc…
Pero el verdadero valor de un objeto va mucho mas allá; su historia, lo que significa para nosotros, cómo nos hace sentir, lo que nos recuerda, el lugar a donde nos lleva…ese es su valor!
A veces-muchas veces-, cuando alguien trae un objeto al taller para restaurar, nos comenta cabizbajo; «bueno…no tiene mucho valor económico, pero para mí es importante…» Pues ya está, es el objeto más valioso del mundo!
Nosotras trabajamos en la parte material del objeto, su alma queda intacta, éso es cosa del propietario.
Estas hormas antiguas las encontramos en el rastro de Madrid. En el puesto había un montón para elegir. Pero esta tenía un nombre escrito, «Jesús», supongo que el de la persona que calzaba los zapatos que algún día se fabricaron o repararon el las hormas. Y eso las hizo destacar entre todas las demás, en algún momento fue una pieza usada e importante para alguien…por lo menos para Jesús! y nos la trajimos.
Y ahora lo es para nosotras, porque nosotras la elegimos, porque tendrá su hueco en algún lugar del nuevo taller, porque nos encanta y porque nos morimos de ganas de abrir nuestras puertas y enseñaros cómo queda…